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La semana declina y de vez en cuando es bueno hacer un alto en la vida para echar un vistazo a lo que hemos hecho, lo que queríamos hacer y lo que aún nos queda por delante; y así en una mirada al pasado, me tropecé con un estudio maravilloso referente a los secretos de la Roma Antigua y sus técnicas de construcción...
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En realidad no pretendo hablar de estilos constructivos, sino de una perspectiva ante la vida que surge como una disciplina hacia todo lo que se hace, originalmente enfocado a la arquitectura, pero aplicable a cualquier profesión, arte u oficio; se trata de Marco Vitrubio Polión, quien vivió en el siglo I a.C. y dedicó los últimos años de su vida a escribir y describir un tratado: El tratado de Arquitectura, que a pesar de su antigüedad, destaca por su vigencia en aspectos tanto arquitectónicos como humanos.
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Es en tal sentido de la vida que les comparto esta pequeña fracción del primer tomo, donde la importancia de
construir y construirnos permite elevar el ser más allá de las metas que día a día se establecen para alcanzar límites insospechados:
"Conviene que sea instruido, hábil en el dibujo, competente en geometría, lector atento de los filósofos, entendido en el arte de la música, documentado en medicina, ilustrado en jurisprudencia y perito en astrología y en los movimientos del cosmos"
Aunque después de varios años de convivir con ese ambiente laboral, compaginando mi vida como mamá, les puedo asegurar que éstas características, no sólo aplican a la arquitectura, sino a la vida de cualquier mamá o papá que tenga a bien compartir con sus hijos la sabiduría que sólo otorga la experiencia y que es gracias a esta transmisión de datos que logramos evolucionar como especie.
Entonces hago una súplica amable:
Seamos Arquitectos de nuestro propio destino, enseñando el arte de la Arquitectura a las nuevas generaciones.
¡Un caluroso abrazo!
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