Tal vez sea muy atrevido insinuar que la música es la primera manifestación de comunicación en la historia del mundo... y del universo entero. Desde los primeros instantes en que un ser es concebido, inicia la fusión de la vida con el ritmo, en el caso de la humanidad esta melodía constante entre el fluido sanguíneo y el golpeteo del corazón forma parte de la vida del hombre desde el momento más íntimo e inicial de su formación, hasta el final de sus días; la música ha demostrado estar presente en todo momento de la humanidad y con esa suave caricia penetra en el alma y transforma drásticamente el estado de ánimo de cualquiera que la escucha.
La Real Academia Española la define como: melodía, ritmo y armonía, combinados. Arte de combinar los sonidos de la voz humana o los de los instrumentos, o de unos y otros a la vez, de suerte que produzcan deleite, conmoviendo la sensibilidad, ya sea alegre, ya sea tristemente; entre otras definiciones. La palabra música, etimológicamente deriva del griego Musa, que alude a seres mitológicos que inspiran a los artistas, y su misión ante los dioses era de entretenerlos durante sus comidas.
Los inicios de la raza humana establecen al ritmo y movimiento como esencia de vida, y de manera contraria el silencio y la quietud simbolizan la muerte; el hombre primitivo adjudicaba todo suceso a fuerzas supremas y se comunicaba con ellas por medio de la música y la danza. Pusieron atención a los sonidos que la misma naturaleza les brindaba y de ella también extrajeron las herramientas para poder imitarla, repetir aquellos que les resultaban más agradables e imponentes, o al menos acercarse lo más posible a esos sonidos y continuarlos de manera rítmica y repetitiva, expresando un sentimiento que era transmitido a través de las ondas sonoras, prácticamente cuerpo a cuerpo, en una vibración conjunta; es por eso que muchos expertos consideran a la música como una manifestación del universo, reflejada en el nacimiento de los astros, el movimiento del viento, el golpeteo del agua y los cantos de las aves, entre tantos otros sonidos que se esparcen por el cosmos y que a través del ritmo natural que los conforma, se comunican de manera consciente o no, pero finalmente transmitiendo un mensaje.
El hombre al ser parte del universo hace contacto con la naturaleza de su ser y todo lo que le rodea en una estrecha relación que vibra a determinado ritmo, desde los latidos del corazón, las voces que lo rodean, incluyendo la voz de la madre que habla con su hijo antes de nacer o la voz propia, que sin saberlo, también es un elemento esencial para la conformación de la personalidad; y todos estos sonidos son seleccionados, para elegir entre los más agradables, aquellos que se quieren imitar, buscando en los distintos materiales las notas adecuadas para lograr su reproducción, como huesos, cañas, conchas, troncos y cualquier otro objeto que sirviera en aquella primera tarea de comunicación para la humanidad.
Estos sucesos se describen con detalles difusos en pinturas rupestres que muestran escenas de danza en diferentes situaciones, acompañados de algunos animales, tocando algún instrumento, danzando al rededor del fuego, en algunos rituales de cacería o extenuantes fiestas musicalizadas con instrumentos rústicos y sencillos como los timbales.
Es así que la música se mantiene ligada a la existencia del hombre en cada momento de su ser y es por ello que nos transmite tanto con tan solo unas cuantas notas, despertando las fibras más sensibles, para conectar el alma al cuerpo y regalar sensaciones únicas!
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