Pueblo declarado Mágico desde febrero de 2012, que se encuentra al noreste del estado de Guanajuato; su historia se remonta a 1576 con la llegada de los Jesuitas evangelizadores quienes no encontraron una población local, sino algunos pueblos nómadas, ya en 1590 se establece una población fija que acepta la nueva religión y el sometimiento a la corona española, entonces Gonzalo de Tapia funda la Parroquia de San Luis Rey, sacando el mayor provecho agrícola en aquellos terrenos semidesérticos.
La mina Santa Brígida, descubierta en el siglo XVIII, lo convierte en Pueblo Minero, siendo importante centro de explotación de oro, plata, cobre, plomo, zinc y mercurio continuando así hasta los movimientos de independencia (1810); su población, dueños de grandes haciendas y representantes eclesiásticos volvieron a habitar el lugar que casi queda en el abandono total. Regresaron a la explotación de las minas, gracias a que contaban con grandes túneles que recorren el subsuelo de dicha zona geográfica, pero nuevamente la Guerra Cristera (1926-1929) genera el exilio de sus habitantes hasta ser considerado un Pueblo Fantasma.
A partir de la década de 1990, cascos de Haciendas, Casonas Antiguas y diferentes vestigios se vuelven a habitar para recuperar su historia; algunos descendientes de mineros, otros inversionistas nacionales y extranjeros tuvieron la visión de proyectar en este espacio un lugar de ecoturismo, hoteles y galerías que dejan ver entre sus muros una historia de abundancia gracias a las riquezas de aquellas viejas minas. Siendo un gran atractivo conocer los misteriosos túneles que hoy solo dejan sentir un aire húmedo y desolado cargado de un pasado minero que fue altamente productivo y por lo tanto de incesante movimiento grabado en cada piedra que los conforma, agregando misticismo a esa reputación de Pueblo Fantasma que susurra al oído viejas leyendas.
Hoy se puede disfrutar de interesantes recorridos en las minas, galerías de arte, joyería en plata, artesanías típicas mexicanas, pero tal vez lo más relevante sean los instrumentos prehispánicos tallados en hueso y piedra, maestros artesanales que además de realizar la creación de estas obras, nos llenan de sabiduría con la explicación de cada uno de ellos, así como la demostración de técnicas para extraer notas musicales que transportan en el tiempo.
Su gastronomía ofrece deliciosas nieves de garambullo (frutilla endémica del semidesierto mexicano) o chocolate, las tradicionales gorditas y por supuesto gran variedad de comida nacional e internacional. Los sitios más importantes son: el Puente de la Constitución, la Alameda, la Parroquia de San Pedro, el Jardín Juárez, el Rancho de la Lavanda y vestigios del acueducto.
Pozos vive grandes fiestas que reúnen en sus estrechas calles a cientos de visitantes durante Semana Santa en que se recuerda su nacimiento a partir de una fuerte tradición cristiana; también el Festival del Mariachi celebrado durante mayo, ofreciendo conciertos, y bailes tradicionales. Mientras que el Festival de Blues y la Toltequidad comparten el mes de julio, presentando grandes representantes del Blues nacionales y extranjeros, con participaciones tanto musicales como didácticas; seguidos por una expresión de orgullo a nuestras raíces ancestrales en el fin de semana de la Toltequidad, que reúne a maestros y artistas para exponer un gran compendio de artesanías, cultura y tradición conectándonos armónicamente con la madre tierra tan necesitada de espiritualidad.
A tan solo 80 km de la Ciudad de Querétaro, por la carretera 57 y con desviación a San Luis de la Paz; una maravillosa experiencia que no debes perderte!!!
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