martes, 21 de julio de 2015

Subiendo hacia la cúspide de la semana y en la víspera de su ecuador, les comparto este pedacito de mi libro, relacionado con la adolescencia y esos cambios tan importantes que solemos llamar como "la edad de la punzada".

Entre los 12 y los 25 años el cerebro se reorganiza fortaleciendo y enriqueciendo las fibras que lo conforman, desde las zonas encargadas de las funciones más básicas y antiguas cercanas al tallo cerebral (como la vista y el movimiento) hasta la parte frontal encargada de las funciones más complejas  como el lenguaje.  El cerebro se fortalece y adapta para las funciones que tendrá toda la vida. La materia blanca o mielina cubre gradualmente las fibras nerviosas de las neuronas (axones), encargadas de la comunicación, aumentando hasta 100 veces su velocidad de trasmisión. Las dendritas, encargadas de recibir los mensajes de los axones cercanos fortalecen y acrecientan sus ramas para lograr una comunicación química más efectiva (sinapsis); mientras que otras ramificaciones menos utilizadas, se eliminan.  Así la capa exterior o materia gris, que permite gran parte de los pensamientos conscientes y complejos, se vuelve más delgada y más eficiente. El cuerpo calloso engrosa y establece fuertes conexiones entre el hipotálamo y las áreas frontales, integrando la memoria y la experiencia a las decisiones de la vida.


El desarrollo del sistema nervioso neuronal produce cansancio y estrés, las emociones fuertes y el riesgo por lo inusual durante la adolescencia aporta intensas sensaciones y excitación neuronal, por lo que se mantienen en la búsqueda de sensaciones impulsivas, conocen los riesgos pero valoran más el placer que las consecuencias, utilizan las mismas estrategias cognitivas que los adultos, pero les interesa la recompensa por el peligro y el reconocimiento social, ya que todo rechazo es interpretado como una agresión física y emocional. 
La adolescencia muestra seres vulnerables, irritables y emotivos, pero también los más adaptativos del planeta. El desarrollo cerebral se manifiesta en un mejor comportamiento social y mejor equilibrio emocional, estableciendo metas, intereses personales y mayor sensatez.  El cerebro adolescente alcanza mayor sensibilidad a la dopamina, que favorece el aprendizaje de patrones y la toma de decisiones, ofrece mayor receptividad por las recompensas y emociones. La oxitocina o molécula del amor, hace gratificante la convivencia, estableciendo relaciones de confianza y generosidad. Al activar repetidamente la dopamina, se activa la oxitocina y viceversa, generando mucha sensibilidad de reacción hormonal activada por las emociones, recompensas y riesgo. Gracias a estas adaptaciones la humanidad se esparció por el mundo con gran facilidad, evitando su extinción a causa del miedo a explorar nuevos lugares.


No hay comentarios:

Publicar un comentario